Por otro lado, algunos sistemas como los presurizados o tubos para cables que se ven expuestos a cargas muy pesadas se ven afectados por esto, por lo que localizar las fugas de agua es imprescindible.
Una vez que conocemos esto, realizamos la detección por medio del tracer-gas que no es más que una mezcla de gases como el hidrogeno y el nitrógeno. Este gas viaja a través de las tuberías y pasa a través del suelo hacia la superficie para marcar el lugar de la fuga.
Como se emplea el gas trazador en la detección de fugas de agua
El procedimiento de medición con el gas trazador es muy sencillo pero que requiere la presencia de expertos. Este consiste en vaciar la tubería de agua y secarla hasta la última gota, luego se sella con bridas ciegas para generar presión al momento de utilizar los productos detectores.
Luego de esto, se llena con el gas de acuerdo a la misma cantidad de volumen y llenado que presentó la tubería al momento de la prueba de presión. Este paso es muy importante ya que hay tuberías de goma que se cierran cuando la tubería pierde todo el producto que contenía.
Es necesario mantener la presión de esta forma ya que solo así el gas saldrá por la superficie una vez que se detecte la fisura. El nivel máximo en el medidor es de 10 ppm lo que representa también la sensibilidad del detector.
Para tener un control del área que se mide y no dejar nada al azar, se realizan pequeños agujeros de sondeo en las áreas en las que se encuentre la presencia del producto. Lo mejor es dejar que el gas se esparza por el tubo y dar tiempo para que salga a la superficie y se presente una caída de la presión a la se somete la tubería.
Pero la realidad es que depende mucho del tipo de suelo el tiempo que tomará detectar la fuga, así como las condiciones que se presenten en el hogar o edificio en el que se realice el método.
Esta técnica es ideal para lugares complicados de detectar, como piscinas donde las instalaciones de agua son complicadas. Otros lugares donde se aplica esta técnica es en tuberías de gas, sistemas de rociadores, tubos de neumáticos, tanques, recipientes a presión, sistemas de calefacción, incluso en sistemas de aguas residuales e instalaciones de cables de telecomunicaciones.